lunes, 11 de marzo de 2013

Pedro Osés y la pintura mágica

En 1974, entre los dibujos que se conservaban en alguna casa de cultura de Santa Clara, Samuel Feijóo halló las primeras pinturas del joven Pedro Osés. Allí mismo indagó sobre el novel artista y al día siguiente partió al poblado rural de Guaracabuya (Placetas, Villa Clara) para conocer al autor de las creaciones desconcertantes.

Viajó en tren, la vía más expedita para acceder a aquel destino. A la vista de la llanura atravesada por el ferrocarril, Feijóo evocaba los espíritus y seres sobrenaturales del campo cubano. Con Aida Ida Morales (también pintora) desembarcó finalmente en el paradero desolado de Guaracabuya y se adentró en las primeras callejuelas desconocidas. «¡Este es nuestro fantasma, Aida!», aseguró el escritor, casi en un grito exaltado, cuando el jovencito envuelto en una sábana blanca, les abrió la puerta de su bohío. Apenas amanecía.

Hasta esa mañana Pedro Alberto Osés Díaz había soñado con la pintura. La extirpación de un tumor en su médula ósea, cuando era un niño, le atrofió toda la anatomía del cuerpo y pudo haberlo recluido al sosiego permanente de las aulas vacías, con una maestra, sin compañeros. Pero necesitó expresarse y echó mano de semillas, galán de noche, pasta dental, flores y crayolas derretidas que usó como pinturas. Fabricó pinceles con pelo de caballo y combinó colores en las cartulinas que conseguía. Ya su mente estaba poblada con las particulares imágenes de una plástica en ciernes. Feijóo le prohibió conocer la obra de otros artistas por el momento, y le regaló pinturas.

Osés

Cuando murió en 2009, a la edad de 54 años, el pintor Pedro Osés contaba con numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero, y había obtenido el reconocimiento del pueblo que hallaba en la imaginería de su pincel la recreación de los mitos campesinos cubanos.

Jamás accedió a cambiar su residencia de Guaracabuya; absorbió la mitología guajira de los campos y luego la vertió en los cuadros que concebía y pintaba.

Aunque nunca recibió preparación académica, su pintura se distingue fácilmente de la de otros artistas naif (ingenuos), por la seguridad del trazo.

Los rasgos de sus pinceladas tienen una naturalidad expresiva que descarta la duda ante el lienzo en blanco. Sus líneas son precisas, sin demasiados regodeos, pero cautivadoras de una sensualidad descollante. Los colores, como los de todo primitivista, son vivísimos, pero en su caso se unen orgánicamente a la naturaleza del campo cubano, a la iconografía religiosa o a los mitos de ahorcados, aparecidos, demonios, ángeles, fantasmas y otros seres extraordinarios que Osés no tomó de ninguna tradición sino que inventó él mismo.


En sus cuadros cobra vida una fauna de criaturas real maravillosas, mágicas, místicas, inofensivas y a veces macabras que el autor concibió o enriqueció con su imaginación. En ellas pueden reconocerse fácilmente las dudas, obsesiones y hasta limitaciones del pintor.

Hombres y mujeres que se transfiguran en flor o en pájaro durante el éxtasis de una cópula indetenida, móvil en nuestra sensación pero estática en su temporalidad, son un motivo recurrente de esta particular inspiración.

Ante las pinturas de Osés el espectador puede desconcertarse: en los cuadros resaltan criaturas andróginas e inverosímiles que no obstante poseen marcas evidentes de su sexo y sexualidad; y allí mismo se juntan en un acto sensual y sexual pero inesperado, fuera de toda convención de los modos posibles, porque persisten en la necesidad de la unión en contra de una soledad desesperante. A la misma vez permanecen sosegados, inobjetables en la consecución de sus placeres.

Nunca sabremos la verdadera naturaleza de una gran parte de los seres mágicos de esta plástica: humanos, o animales y vegetales, pero humanizados en una indefinición bien lograda, casi desapercibida.

El guajiro, en su estampa noble e ingenua, también se reivindica particularmente en toda la obra de Osés. No está reñido con la persistencia de otras figuras sobrenaturales, porque forman parte de una misma cosmovisión: es en definitiva el guajiro el que piensa y convive con estas mitologías.

La maternidad, la mujer, el catolicismo, la muerte y una posibilidad otra, mágica, mística y solo posible en el mundo de la creación signan, además, toda la obra pictórica del artista.

Por otra parte, el conjunto de estas creaciones logra asir toda una tradición histórica que ha pasado de generación a generación en la forma de la literatura oral y se ha plasmado también en la literatura escrita.

Pero siempre la tradición recreada trasluce –como sabemos– la sensibilidad personal, y en ese aspecto es donde la pintura de Pedro Osés gana su mayor mérito: se une a la imaginería única del autor y se enriquece con un misticismo sin precedentes en la plástica naif.

Los valores de toda su obra le valieron la inclusión en el libro El arte mágico en Cuba. 51 pintores cubanos. Naifs, Ingenuos, Primitivos, Populares, Espontáneos, Intuitivos… (Gérald Mouial) y en importantes muestras nacionales e internacionales, desde los numerosos salones territoriales y provinciales de arte pupular, junto a la gente sencilla que inspiró parte de sus creaciones, hasta la Exposición Art Inventif a Cuba, en Lausana, Suiza (1983); la muestra personal en la II y III Bienal de La Habana (1986 y 1989); en la I Bienal Latinoamericana, en Nicaragua (1989); y en la Exposición Museo de Arte Naif, París, Francia (1999), entre otras.

En Guaracabuya la abuela de Osés mantiene abierta permanentemente la casa-estudio-galería. Los cuadros que se exponen allí, por desgracia, cada día son menos. Unos se exhiben en diversos centros culturales de Villa Clara, e incluso en viviendas particulares; otros pasaron al patrimonio personal de coleccionistas extranjeros.





9 comentarios:

  1. Genial tu post Carlos, me hubiera gustado mucho conocer a este artista del centro de la isla. Su arte naif es grande como el mismo.

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  2. Richard, a mí me hubiera gustado entrevistarlo, conocerlo más... pero se fue antes de tiempo. En su casa-galería se exhiben menos cuadros cada día. El patrimonio que Pedro Osés creó durante toda su vida está desapareciendo de Guaracabuya, eterno motivo de su inspiración. Un abrazo.

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  3. Cuando las cosas son del alma.... Gracias Carlos por este regalo. Maracay, Venezuela

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  4. Gracias a ti, Polanco Delia, por la lectura. Saludos desde Cuba.

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  5. Ola y perdon o meu castlillano pessimo: soy suiço e vivo en suiça. em otubre de 1987 estaba em Cuba e comprei un cuadro de pedro oses. ustedes sabem quanto poderia ser el valor? gracias, sergio de suiça

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  6. Sergio, después de la muerte de Pedro Osés sus cuadros han aumentado considerablemente el valor, como ocurre casi siempre tras la desaparición física de los artistas. Pero no puedo decirte cuánto valen; estoy muy alejado del mercado del arte. Saludos...

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  7. Me gusta mucho, que triste que ay esté muerto, es mejor que sus obras no se sigan vendiendo, o por lo menos no a extranjeros para poder hacer retrospectivas completas, y que todos podamos verlo; gracias amigo por presentarme a éste gran artista, me encanta ese cuadro de los ataúdes sobrevolando Guaracabuya, me hace recordar la necrópolis de Colón, GRACIAS.

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