I. Del debate habitual con mis compañeros, y del soliloquio concienzudo sobre la realidad inmediata, accedo invariablemente al campo de la intriga: ¿Cómo una madre —mi madre— costea los gastos de su hijo en la universidad si apenas gana trescientos pesos cubanos (-300) al mes? Por una parte resulta evidente: el hijo no paga la carrera, ni los libros, ni la beca, ni la comida. Por otra, la madre debe comprarle ropas, zapatos, productos de aseo personal y alimentos. Como si fuera poco, ella también tiene que proveer el hogar y ocuparse de sus propios gastos.
Hay un hecho innegable: hasta aquí el hijo estudia Periodismo porque quiere, se preparó y aprobó las pruebas de aptitud sin pagar por ingreso ni matrícula a la Universidad. En la mayoría de los países, a diferencia de Cuba, tendría que sufragar el acceso a la educación superior. En fin: el hijo, yo, puede estudiar, únicamente, de manera gratuita.
De todas formas me mantengo dudoso. ¿Cómo mi mamá compra las ropas que necesito?, si un pantalón en las tiendas recaudadoras de divisa vale entre 20 y 25 CUC, un pulóver cuesta entre 7 y 10, y un par de zapatos de 17 en adelante (la calidad es directamente proporcional al precio). Hasta aquí, aunque no consideré las eventuales rebajas, fui conservador con los precios y nada más valoré las principales prendas de vestir. En la mayoría de los casos una pieza de ropa sobrepasa el salario de mi mamá en un mes. Aunque en la realidad objetiva, y no en los cálculos simplistas, uno entra al aula vestido de pies a cabeza obvié la sumatoria total. La cuenta y el salario son incompatibles. No solución, decíamos en la Primaria.
Una pregunta siempre suscita otras: ¿Quién pone el precio en las tiendas recaudadoras de divisa? ¿Quién le paga a mi mamá? ¿No hay ningún vínculo entre uno y otro? ¿Cómo te pueden pagar tan poco si te cobran tanto por los productos de primera necesidad?
II. Recientemente un lector escribió en el diario Granma que «los precios aprobados por las entidades estatales tienen una política (…) que no es irracional y se basa en métodos científicos»¹. Ese cubano piensa, además, que la canasta básica es suficiente para vivir. En una especie de masoquismo irracional (eso sí) el lector que opina en Granma defiende los actuales precios y se incluye entre los que viven con su salario. Agrega (¿con ingenuidad? ¿con cinismo?) que «el precio alto ayuda al uso racional de los recursos», lo que, por experiencia propia, significa y provoca carencias materiales de todo tipo.
III. Volvamos a la universidad, puesto que las polémicas se diversifican y nos apartan del fin de este comentario. Para muchos estudiantes (si juzgo a mis conocidos de la facultad) la situación económica de sus familias resulta menos compleja. La ayuda material y financiera que reciben del extranjero les ahorra preocupaciones y les otorga mayor solvencia. Pero otra parte significativa de los estudiantes no se incluyen en esas estadísticas ventajosas.
Ese mismo por ciento beneficiado, por lo general, tiene laptop o computadora de escritorio. Y aunque los profesores no te exigen que entregues ninguna tarea mecanografiada (a estas alturas todavía se pueden presentar los trabajos de curso manuscritos, incluso la tesis), la mayor parte de la bibliografía está en formato digital y los profes poseen la información más actualizada en su memoria USB. ¿Cómo se puede entonces acceder y consultarla? Las computadoras del laboratorio son insuficientes. Se rompen y hay cola. Mi madre me pregunta qué solución buscan los que no tienen ni una ni otra PC. Casi todo el mundo usa la del tío que fue de misión (Tío, sácame del río), o la del vecino «buenagente», o la del amigo solidario. Hay, por supuesto, un margen entre «Casi todo el mundo» y «Todo el mundo».
Al final de cada semestre los estudiantes recurren a los particulares que se dedican al negocio de la impresión, fructífero en los predios académicos. Pero algunos hasta limitan sus ideas y desarrollan brevemente sus puntos de vista para emplear menos cuartillas en sus trabajos de curso, y pagar menos.
IV. Alguna vez, en una reunión con las altas esferas de la casa de altos estudios, escuché que la Universidad Central consume la misma cantidad de alimentos que un municipio pequeño de Villa Clara por concepto de canasta básica. Sin embargo, más de la mitad de la comida que los estudiantes deberían aprovechar en su alimentación termina en los desperdicios. Cientos de libras de granos (arroz y chícharo invariablemente) se pierden. El picadillo y el «revoltillo plástico»² de importación completan el menú por lo general, pero insípidos y mal cocinados, casi nadie los come. Si los alimentos estuvieran bien elaborados (y bien presentados) uno pudiera ingerirlos por lo menos con estoicismo, porque a estas alturas, con tanta escuela becada por medio, al paladar no le quedan remilgos.
V. Si no entras al comedor, niño fino, siempre encontrarás a un paso los puestos de venta de alimentos del sector privado. Los vendedores particulares estudiaron la demanda y ahora proponen habilidosas ofertas que los benefician únicamente a ellos. Las chucherías tienen precios altos, están mal elaboradas; ni alimentan ni satisfacen el apetito de nadie. Pero tanto los restaurantes del Estado como los particulares piden más de 10 pesos por el plato de comida. Y uno tiene que engañar al hambre donde más barato resulte.
VI. Conscientes de nuestra economía precaria mi mamá y yo ahorramos al máximo. Aunque celebramos la actualización del modelo económico cubano, objetivamente nos mantenemos al margen: aunque ahora se pueden comprar carros no soñamos adquirir ninguno; aunque se pueden comprar casas no podríamos mudarnos a ninguna más confortable; aunque ahora se puede acceder a Internet en los telepuntos de ETECSA, para nosotros significaría un lujo imposible. Simplemente no podemos. Mi mamá se ha enfocado: hace falta que te gradúes, me dijo.
Entonces, sin que nada cambie como en un sueño, sumaré los trescientos cuarenta y cinco pesos (345) que pagan a los egresados de Periodismo a los apenas trescientos (-300) de mi mamá. Da lo mismo, si al fin y al cabo los graduados de la universidad acaso tienen la certeza que vivieron sus mejores años cuando estudiaban y eran jóvenes, rebeldes, optimistas.
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¹ S. Gutiérrez Pérez, En defensa de precios no engañosos, en periódico Granma, 28 de junio de 2013, Sección Cartas a la dirección, p. 11.
² Los estudiantes universitarios llaman «revoltillo plástico» al polvo que, agregado al agua en ebullición aumenta de volumen y produce grumos semejantes al revoltillo común. Dicen que se trata de huevo procesado, importado de Europa. No parece sazonado ni sabe bien, según el paladar de los estudiantes cubanos.
Alejandro... abrumador.
ResponderEliminarYuris, todavía se puede escribir más sobre la universidad desde la posición de los estudiantes. Esta realidad abruma, como dices. Un abrazo...
EliminarQue bueno muchacho.. siento orgullo, de que alguien, de un pueblo tan pequeñito, como nuestro Guara, piense tan grande... sigue adelante, no te detengas, dios es inmenso y el hace posible, que ningun sueño,por grande que sea, sea imposible.. Un abrazo para ti y otro bien grande, para tu madre, a quien conosco y se que tampoco se deja vencer...
ResponderEliminarRaulito, gracias por leerme. Recibe un abrazo mío y de mi madre. Saludos...
EliminarDura realidad, pero hay que seguir hacia adelante y no perder la esperanza.
ResponderEliminarSeguiremos adelante, con esperanza. Gracias por la lectura.
EliminarMuy bueno Carlos, has hecho algo así como resumir el pensamiento de todos nosotros, tus compañeros de carrera, jovenes, universitarios, cubanos...
ResponderEliminarLuis Orlando, cualquiera de nosotros puede escribir mucho más sobre la vida diaria en la universidad. Saludos...
EliminarCarlos A yo también soy de Guara y aunque no tengo el privilegio de conocerlos o tal vez no los recuerdo, mis disculpas por ello, viví todo lo que escribes cuando estudie en ISCM VC, me fascina tu escrito, tu fluidez para la redacción, tu inteligencia y la valentia de tus palabras que con tanta sutileza dice la realidad de mi patria amada...
ResponderEliminarme siento súper orgullosa de usted, exitos pq sabiduria le sobra
DIOS LO BENDIGA A USTED Y A SU MAMI!!
Muchas gracias por tus elogios. Estoy seguro que cualquiera en la misma situación puede compartir sus ideas sobre la otra cara de la universidad.
EliminarMe gustaría saber tu nombre, ya que ambos somos de Guaracabuya.
Saludos...
Despues de leer uno de sus comentarios en el muro de Leticia Martinez, llegue a este blog donde he leido varios de tus post, muy directos y sin dar vueltas para describir la realidad. Esta misma historia la vivi yo entre 1986 y 1991 en el ISPJAM de Santiago de Cuba hoy Universidadd e Oriente, para entonces era un poquito peor, pues aunque no habia pasado el "periodo especial" las condiciones eran casi las mismas y te cuento que tener $1 en el bolsillo era un delito, mis padres hiceron de tripas corazon para que pasara un poco mejor aquellos tiempos, no obstante aprovechaba mis viajes a mi ciudad natal Bayamo para llevar pacotilla y con ello ayudarme yo mismo a financiar mi estancia en la universidad, a eso pro ahi le llamas ilegalidades o no se como, para mi era cuestion de subsistir. Me gradue en el año 1991, con el periodo especial en su mejor version, solo te cuento que el dia que discuti mi tesis me fui de santiago en botella, en un camion ganadero. Casi siempre ha sido igual, muy poco ha cambiado, solo han cambiado las generaciones, y la tecnologia, ustedes al menos lo dicen sin esconder nada, nosotros fuimos mas temerosos, por eso les felicito, y hay que seguir adelante, por tu bien y por el bien de todos. Ojala, ojala que muy pronto en Cuba quepamos todo, entonces yo sere uno de los que regresare a ayudar en la reconstruccion de todo lo que han destruido.
ResponderEliminarGracias, Mario, por leer y dejar tu comentario. Por lo visto las cosas no han cambiado mucho de tu tiempo de estudiante a acá. Eres bienvenido en el blog. Saludos.
ResponderEliminarQué bueno el blog Ale querido! Recién me asomo y esta primera crónica o descarga ya me atrapó! Creo que la vida económica de los países de América Latina sigue atravesada por mucha injusticia social, que la muchas veces la excede en una lógica mundial de un capitalismo perverso. Frente a eso, quién puede negar los esfuerzos extraordinarios que ha hecho la revolución Cubana, con el enemigo más poderoso al frente, por intentar nos desamparar a nadie y construir una sociedad de un entramado humano un poco más justo. Es fatalmente cierto que la impronta del capitalismo mundial, en su economía imperante, obliga a Cuba a las mil y una contradicciones. Y también es cierto, que bajo ese manto de descalabro, muchas veces las decisiones internas no siempre resultan de lo más acertadas. Pero Cuba, a contracorriente del mundo, sigue generando espacios donde se piensa en la utopía, donde se pelea por los cambios. Sigue gestando jóvenes como vos, que lanzan al mundo sus verdades, con una sensibilidad infinita, sin medir o especular a cuánto se cotizan los valores en el mercado negro, en el que dicta la divisa, o en el popular de la moneda nacional. A seguir escribiendo que queda mucho por decir! Abrazo grande
ResponderEliminarMi querida Irina, ¡cuánta alegría siento por que hayas llegado a mi blog! Yo estoy de acuerdo contigo: el bloqueo norteamericano nos ha torcido la economía, y cuando no, nuestros propios bloqueos internos, nuestras indolencias o contradicciones nos dificultan más el camino. Pero me alegra mucho que Cuba siga siendo esa utopía por la que mujeres como tú luchan todavía. Mientras halla utopías y sueños y esperanzas... vamos a tener la mitad del camino adelantada. Gracias por tu aliento. Un beso grande...
EliminarMi querido compañero Carlos yo leo y releo este post, porque admiro mucho de todo lo volcado aquí, por un lado tu firmeza y entereza al desarmar este entramado que tiene complejidades y no una sola mirada y/o verdad. Asimismo, coincido con Irina, en que las desigualdades e inequidades son parte ya no sólo del continente latinoamericano, sino del mundo, se esté en donde se esté. Y me impresiona mucho como se esmeran en hacer el esfuerzo en estudiar, tal como lo planteas. Te he visto vestido de pies a cabeza siempre en excelente estado, he escuchado todas tus intervenciones y si bien posees una inteligencia algo superior, pareces un estudiante más, como los de mi país por ejemplo. Que quiero decir con esto? que me emociona hasta las lágrimas la dignidad con que estudias, el modo en que te las arreglas para llevar adelante ya tus últimos años de Universidad, sabiendo ahora, a través de este post, conociendo ahora un poquitín Cuba. Admiro el empeño que has puesto en ir al postgrado como imagino harás todos los días de tu vida en estudiar cada materia. Gracias por tu generosidad que por supuesto es suprema, como los sueños, como la dignidad. Te quero mucho y te aseguro que mi vida ha sido transformada por ustedes en ese viaje. Gracias.
ResponderEliminarQuerida Vale, yo te agradezco a ti infinitamente este comentario, tu atención a mi blog. Si he logrado explicar solo un poco parte de este entramado complejo en el que nos debatimos los cubanos, y específicamente los estudiantes universitarios, me satisface el post. (Nada más en ese sentido, porque ahora lo releo y no me gusta el estilo).
EliminarGracias a ti por tu generosidad y tus elogios. Yo siempre he sabido que debo estudiar, no ya por ser exitoso o ganar más dinero, sino porque esa es la única vía que poseemos para trascender nuestra existencia limitada. La única forma posible de realizarnos, quizás, tenga que ver con la esperanza.
Un beso grande...
genial!! genial tu genialidad (y soy redundante) pero esto se bebe desde el título, la foto, hasta la última letra, se bebe a sorbos, como un buen café (que por cierto, te debo uno, verdad??? ah, esto es un ardid para tomar café contigo...y con...M)
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