lunes, 3 de junio de 2013

Humedad


Llueve sin parar en el campo y uno siente que le crecen flores en el estómago. Los viejos se quejan del reuma y los dolores en los huesos. El musgo crece sobre las paredes de la casa, y los hongos revientan las tablas despintadas, naciéndoles desde adentro. La naturaleza reverdece y se vuelve exuberante con avidez, como si hubiera esperado por siempre las primeras lluvias. 

Los árboles intentan colonizar nuestro espacio. De pronto la atmósfera se torna oscura, el ambiente más denso. Las buganvilias luchan entre sí para entrar por las ventanas que les cerramos. Los marpacíficos, más inteligentes, se cuelan por las rendijas y florecen adentro. 

Las semillas aletargadas en el piso aprovechan la humedad y germinan en la cocina. Al interior de los calderos sucios crece el moho, en una noche. El olor de la tierra mojada, que enciende los recuerdos, da lugar a la sensación inestable del fango. En medio del ambiente denso, cargado de minúsculas partículas de agua que se evaporan, amenazado por la naturaleza que nos asfixia, uno tiene la sensación de que florecerá en cualquier momento, o al menos imagina que le brotarán retoños en las piernas.

3 comentarios:

  1. Lindo, Alejandro... En las pequeñas cosas, a la vista de todos, está también la poesía. Un abrazo.

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  2. Donde queda ese lugar, acaso rentan habitaciones, esta en venta alguna propiedad? ahy es donde yo quiero pasar el resto de mi vida, donde esta este lugar...Carlos Alejandro...

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    1. Pues en Guaracabuya puedes comprarte una casa para toda la vida. La mayoría de la gente quiere partir definitivamente, y eso aumenta las posibilidades de compra-venta. La gente no quiere vivir en este paraje. Ahora mismo estamos reviviendo los días de humedad. Gracias por tu comentario, Anónimo. ¿Y si te presentaras?

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