jueves, 13 de marzo de 2014

Las hermanas art déco

Para Alejandro Castro

Si no fueran tan delgadas, primorosamente delgadas, las hermanas art déco podrían vivir en un cuadro de Tamara de Lempicka. Pero ellas padecen con honor el ángulo, las líneas, los remates escalonados. Parecen tan peleadas del art nouveau...

Sus cuerpos forman amasijos lineales, paralelos, rectos o cortantes. La agudeza de sus terminaciones, el desencanto por la carne, por todos las enjundias, exacerba su postura art déco.

Se unieron hace años, cuando encontraron el parecido común en las decoraciones de sus fisonomías. Ellas, que nacieron carentes de todos los encantos naturales, han ido creándose algunos artificios.

Una de las hermanas partió al sur. Ella, amante de los viejos cuplés, está perdida entre los tangos. La otra quedó triste, frente al balcón de París, sobre la ciudad despojada. Escucha las mismas melodías de siempre, sueña los espectáculos que las llevarán a la fama.


La hermana del sur ahora usa el canotié; con su boa encanta a los hombres del sur. Tiene la elegancia que genera la escasez: carece de todo los espacios tradicionales del placer. La otra hermana padece la espera.

En las grandes avenidas de Santa Fe camina la más delgada. Entre los demás transeúntes ella enarbola la verticalidad, una línea recta ascendente, sin grosor ni curvatura. El vestido de tirantes que lleva es una tela breve, clara y ajustada. Va como un primor por la calle, aunque no haya posado para Vogue ni para Bohemia.
 
Cuando regrese, prodigará besos art déco, renunciará al fasto y retomará la modestia. Soñará otra vez con los cuadros de Tamara de Lempicka, con la vida art déco.